ENTREVISTA A ROCIO PIÑEIRO
En esta edición tenemos el privilegio de conversar con una persona muy querida por varias generaciones: la profesora Rocío Piñeiro, quien dejó una huella imborrable en los pasillos y en la formación académica y humana de tantas alumnas durante sus años en Montealto. Hoy nos abre las puertas de sus recuerdos y nos comparte su mirada sobre la educación, la vida y esta nueva etapa.
- Rocío ¿Siempre tuvo claro que quería ser profesora?
Para nada; quería ser arqueóloga; luego fui más práctica y pensé en casas de subastas, galerías de arte, museos; todo menos la enseñanza.
2. ¿Cómo llegó a ser profesora de Montealto y cuántos años estuvo en el colegio?
Sara Valdés, antigua directora del colegio, me conoció en la época que yo buscaba trabajo y gracias a ella empecé con una sustitución que iba a durar solo tres meses y se convirtió en treinta y tantos años. En esos tres meses me di cuenta de la maravilla que era trabajar en lo que había sido mi cole, Montealto. Nunca me ví trabajando allí porque desconocía por completo lo que es trabajar en estos colegios. De alumna no te das cuenta.
3. ¿Qué materia enseñaba y qué le atraía de ella en particular?
Di clases de Historia en la ESO y Arte en 2º BACH. Lo que más me ha gustado siempre ha sido el arte y la historia, porque había sido mi carrera. Con el arte es con lo que más disfruto; te recreas en toda la belleza que ha creado el hombre a lo largo de los siglos.
4. ¿Cuáles fueron los mayores retos de enseñar a adolescentes en aquella época?
La adolescencia me ha gustado mucho por lo que supone de reto-edad difícil. Los cursos que mas me han gustado han sido 4º y BACH. Son más receptivas que las pequeñas y puedes tener con las alumnas una gran amistad.
Los retos eran muchos, conseguir que les interesara lo que les enseñaba; que no estudiaran solo para el examen; que disfrutaran . Tengo que decir que el arte y los viajes les gustaban mucho y yo disfrutaba con ellas.
5. ¿Podría compartir alguna anécdota divertida o emotiva que recuerde especialmente?
Emotiva, el cariño que recibí de todo el colegio con la muerte de mis padres y de mi hermana; volví a sentir que el cole es una familia. Anécdotas tengo miles, sobre todo en los numerosos viajes que hemos hecho con las alumnas.
6. En su opinión, ¿qué significa realmente “enseñar”?
Enseñar en estos colegios, abarca muchas facetas; transmitir una serie de conocimientos; enseñarles a ser intelectualmente un poco autónomas; sacar lo mejor de cada una y potenciárselo; fomentar la curiosidad sana, el espíritu crítico, la sensibilidad ante lo bello y la capacidad de contemplación.
7. Con los años transcurridos, ¿cómo ve la evolución de la enseñanza?
La evolución de los avances tecnológicos ha facilitado mucho la enseñanza y el aprendizaje; en este sentido es muy positivo.
Echo en falta una coordinación y una sistematización en los contenidos. Un ejem: en un mismo curso yo podía estar enseñado en historia la Revolución Francesa; a la vez esas mismas alumnas estudiaban en literatura el Siglo de Oro; en música los juglares, y en Religión la reforma de Lutero. Un disparate. Nunca lo he entendido. Ahora a lo mejor ha cambiado, no lo sé. También pienso que las clases de la tarde tendrían que ser solo para lo que llamamos las extraescolares; que se enseñara deporte, oratoria, música, teatro, pintura, escultura, …y que al terminar el cole tuvieran tiempo para estudiar, leer y estar en familia.
8. ¿Qué valores intentaba transmitir además del conocimiento académico?
Transmitirles el ideario del colegio; los valores cristianos; como por ejemplo la honradez, la veracidad, la laboriosidad, sobriedad, la misericordia, la solidaridad, valores que también vi y aprendí en mi familia. En definitiva, a ser buenas personas. Y por supuesto concienciarles de la importancia de tener a Dios en sus vidas si de verdad querían ser plenamente felices. Fuera de Él nada merece la pena.
Para mí, el secreto estaba en que notaran que las querías de verdad como “eran” ya fueran alumnas fáciles o difíciles. Que notaran la rectitud de intención en lo que les pedía. El hacerme cargo de sus circunstancias, a veces muy dolorosas y tremendas. Y a la vez que tuviera con ellas prestigio como profesora y autoridad moral. De esta manera cariño, prestigio-autoridad y exigencia formaban un paquete muy eficaz.
9. ¿Cómo mantenía viva la motivación a lo largo de tantos años?
En cuánto a la motivación, cada año tenía alumnas nuevas; ningún año era como el anterior y siempre aparecían nuevos retos.
10. ¿Tuvo algún referente que inspirara su manera de dar clase?
Referentes; las profesoras que me encontré cuando llegué; todas extraordinarias : algunas me habían dado clase y también Don Tomás Alvira al que conocí personalmente y del que aprendí mucho.
11. ¿Qué papel cree que deberían jugar las antiguas alumnas en la vida del colegio hoy?
Que tengan el papel de altavoces de lo que se ha llevado de positivo del colegio; que participen más de todo lo que el cole organiza para ellas ; que no se desvinculen nunca del cole y que no se olviden de sus profes. Me hace siempre mucha ilusión encontrarme con alguna de ellas y si alguna necesita algo, que sepa que puede contar conmigo.
12. ¿Cómo vivió el momento de la jubilación? ¿Fue una decisión difícil?
El momento de la jubilación no fue nada difícil; soy una persona que tiene una vida muy rica fuera del colegio y sabía que al dejarlo no me iba a aburrir; es otra etapa maravillosa para hacer lo que antes no podías, además, tuve la oportunidad de cuidar a mi madre en sus últimos meses de vida; estando trabajando no lo hubiera podido hacer. Lo considero un regalo de mi jubilación.
13. ¿A qué dedica ahora su tiempo libre? ¿Ha retomado hobbies o proyectos personales?
Me dedico a mi familia del Opus Dei que es muy grande y a mi familia de sangre que también lo es: quedo con amigas, hago deporte; siempre me ha gustado mucho; viajo, veo exposiciones, hago excursiones ; y colaboro en Montealto en lo que me van pidiendo.
Si pudiera dar un consejo a los futuras Alumni, ¿qué les diría?
Que aprovechen bien su estancia en el colegio; que sean como esponjas; que hagan acoplo de todo lo bueno que reciben; son los mejores años (cuando sales te das cuenta) y donde se hacen las verdaderas amistades.
Muchísimas gracias, Rocío, por compartir con nosotras esta conversación llena de recuerdos, enseñanzas y reflexiones. Para quienes tuvimos la suerte de tenerla como profesora, su huella sigue presente. Y para las generaciones más jóvenes, sus palabras son un testimonio del valor de la vocación docente y del cariño que une a las Antiguas Alumnas con quienes hicieron de este colegio un hogar de aprendizaje y de vida.















