Un impulso que llegó hasta Polonia

Lola de la Cueva, Montealtoalumni de la promoción 15, decidió embarcarse sin dudarlo en una aventura hacia la frontera de Polonia con Ucrania para poder ayudar a la cantidad de refugiados que llegan sin nada y darles algo de luz a su escapada del horror.


Fue, tan sencillo y complejo a la vez, como: proponérselo, contactar con varias asociaciones, desplegar la generosidad de tiempo y ganas; y quien le ofreció la opción más rápida y confiada fue su billete de salida hacia un camino que le cambiaría su vida y su perspectiva de la humanidad.

En esta época insólita de guerra, hemos podido ver los mayores horrores, pero también actos de generosidad sin precedente por parte de todo el mundo y en concreto de nuestra tierra España.

Quien emprende este camino sabe cómo se empieza y cómo se siente uno al inicio, pero no sabe cómo acaba y cómo transforma su vida al final del trayecto.

  1. Lola ¿Cómo es que se te ocurrió coger autobús, recorrerte media Europa para llegar a Polonia? ¿Qué fue lo que te impulsó a emprender esta aventura?

    Estaba en casa viendo las noticias con mi marido y al ver las imágenes de las colas de mujeres, niños y abuelos esperando para cruzar la frontera y lo que les esperaba al cruzarla, pensé que había que ayudarles como fuese.

    Lo que me impulsó a lanzarme fue la cara de las madres y su mirada, me llegaron al corazón.

  2. Pasasteis por tormentas, nevadas, lluvias torrenciales y muchos contratiempos. ¿Qué supuso para vosotros cada incertidumbre?Cada pequeño problema era para nosotros algo que salvar entre todos, teníamos muy claro que no entraba en nuestros planes darnos la vuelta, esa nunca fue una opción.
  • ¿Qué sentimientos y sensaciones te acompañaron al inicio del viaje antes de llegar a tu destino?La sensación era de alegría sabiendo que teníamos la gran oportunidad de poder aliviar un poco el sufrimiento y la incertidumbre de 200 personas. Para ser sincera he de decir que la sensación era también de muchísima responsabilidad.

    Cada día rezábamos el Rosario y eso nos daba mucha paz.

  • Finalmente, no os dejaron ir a la frontera ¿Por qué no os dejaron seguir? ¿Nunca tuviste miedo de lo que pudiera pasar en el camino o a tu llegada a Varsovia?Muy a nuestro pesar, no nos dejaron acercarnos a la frontera porque justamente Putin acababa de bombardear a 20 km y a nuestras Fundaciones no les pareció seguro. He de decir que a todas nosotras no dio una pena tremenda pero comprendimos que en Varsovia se necesitaba también muchísima ayuda.En ningún momento tuve miedo, ni una sola vez, mi única preocupación era mi hija, pero no estuvimos en situación de riesgo en todo el viaje. En nuestro autobús viajaban con nosotras un policía y una enfermera de quirófano.
  • ¿Cuál fue tu primera impresión cuándo viste a los primeros refugiados?La primera impresión fue literalmente, se me rompe el corazón y me cuesta respirar. No se puede explicar con palabras la pena tan inmensa que se siente ante tanta DESGRACIA, es desgarrador. Por supuesto hemos llorado, de hecho sigo haciéndolo,  pero, ¿cómo lo evitas cuando una madre te abraza llorando y diciendo ¨quiero volver con mi marido y tener mi vida de antes, no quiero vivir este embarazo sola cuando a lo mejor mi bebé nunca conocerá a su padre¨ ? yo no fui capaz de ser fuerte y creo que lo agradecieron.

    Además de ayuda necesitan cariño, mucho cariño, empatía y protección.

  • ¿Cómo te comunicas con ellos cuando el idioma os separa? ¿Qué es lo primero que os dijeron al veros?El idioma es un problema, pero a problema: solución, llevábamos una traductora, Tatiana, a la que volvíamos loca porque eran tantas y tantas personas que no daba a basto. Menos mal que íbamos preparadas con nuestro traductor en el teléfono.Allí conocí a una niña de unos 25 años, Anastasia, habla español perfectamente y desde el minuto cero se ofreció a ayudarnos, no sé que hubiésemos hecho sin ellas.

    Las refugiadas han estado durante 3 días diciéndonos djakuju (gracias en ucraniano) sin parar.

  • ¿Qué es lo que más te ha impactado?

    Te puedo decir que estos días he visto lo peor y lo mejor del ser humano, en ¨zona¨ de guerra te encuentras con personas fantásticas que no les importa no dormir o no comer con tal de ayudar a quién lo necesite, pero también con gente que se aprovecha de la debilidad de los abuelos, mujeres y niños como la trata de blancas y el tráfico de personas. Espantoso y horrible.

  • Entre las ayudas de diferentes países, voluntarios, personal dedicado a la causa, asociaciones diversas… ¿Cómo se organizan las ayudas una vez se llega a Polonia?

    Toda la ayuda que llevábamos nosotros en los autobuses y la que llega de manera privada se reparte dónde cada uno decide entre las distintas ONG que están allí. Nuestro cargamento fue a Cáritas, al Centro de Refugiados de Varsovia y un camión entero cruzó la frontera para un orfanato.

  • ¿Tienes alguna/s anécdota/s en tu retina y corazón que nos quieras compartir de esta aventura?Tengo miles de anécdotas, unas muy tristes y otras alegres, os voy a contar una que fue increíble: estábamos en la puerta y de repente aparece un señor como un armario y nos pregunta si necesitábamos medicinas;  nosotras le dijimos que sí, nos contó que había salido de Suecia con todo el coche cargado de medicinas y utensilios de curas que si le acompañábamos nos daba lo que le pidiésemos.  Vimos que su coche estaba cerca y le seguimos, nos dio insulina y antibióticos ¡una maravilla! Al despedirnos le pregunté si nos podíamos hacer una foto con él y nos dijo no era ningún héroe.

    Este señor, estaba en su casa, en otro país, cargó su coche y decidió jugarse la vida para ayudar. ¡Sin palabras!

    En mi corazón guardo como un tesoro, cada vez que hemos conseguido una sonrisa de alivio, sus abrazos, las fotos de sus casas y de sus seres queridos, sus miradas de agradecimiento, las risas de los niños a veces ajenos a tanta desgracia y por supuesto la amistad que hemos creado con muchas de ellas

  • Habéis conseguido volver con muchos refugiados a España y vuestra labor es buscarles una casa de acogida. ¿En qué consiste acoger?, ¿Se puede acoger por un tiempo determinado o es sine die? Todas y cada una de las personas que hemos traído, tenían su familia de acogida o casas cedidas para ellos. Cuando una familia acoge es hasta que se termine la guerra o hasta que mejore su situación, no es posible acoger por meses.  No os podéis imaginar los listados de cientos de familias ofreciéndose para acoger en sus casas; hay mucha gente buena y generosa en el mundo.
  • Hay alguna historia de vuestros compañeros de viaje que te haya marcado especialmente?En nuestro autobús viajaba Lilia, madre de un niño de tres años y de un bebé de 19 días que nació el día del primer bombardeo. ¿Os imagináis? Dejó a su marido, su casa y su vida para intentar sobrevivir, nada más dar a luz y con otro hijo de tres años. No la he visto protestar ni una sola vez y os puedo asegurar que estaba agotada y desbordada.

    Muchas de ellas les habían dicho a sus hijos que se iban de vacaciones…

  • ¿Qué le dirías a una alumni que quiere ayudar y no sabe cómo? Yo he sido una privilegiada porque he podido irme pero desde aquí se puede ayudar muchísimo, de hecho se está haciendo, una vez más la solidaridad de los españoles es un orgullo. La mejor ayuda, es donar dinero a cualquier ONG que os dé confianza y acoger a estas pobres familias.  Las medicinas, comidas de bebés (leche, cereales, potitos) pañales, toallitas húmedas, biberones, utensilios de  aseo  personal,  y latas,  también son de gran ayuda.
  • De tus años vividos en el colegio Montealto ¿hay algún valor o persona que te haya marcado y que te ha acompañado a lo largo de tu vida? Por supuesto, la formación del Colegio Montealto imprime un sello personal que a mi, me ha acompañado a lo largo de toda mi vida por eso mi marido y yo (antiguo alumno de El Prado) tuvimos claro que queríamos lo mismo para nuestras hijas que han ido al colegio Canigó.
  • ¿Qué recuerdas del colegio con cariño? Del colegio recuerdo con cariño muchísimas cosas; los días que nos bañábamos en la piscina de agua congelada, la paciencia de las profes en la edad del pavo, las fiestas de Navidad y de verano, la Confirmación, las guías de colores por asignaturas (sólo las de mi edad o mayores se acordaran) y en general todo.
  • Y tus amigas del cole ¿Qué te han dicho ante esta aventura improvisada?

    He tenido su apoyo y cariño desde el principio.
  • ¿Eres una Lola distinta de la que partió? No, soy la misma o por lo menos espero serlo en unos días pero con una gran lección de vida aprendida por lo que estoy súper agradecida.
  • Tuviste la suerte de ir con una de tus hijas ¿Cómo es compartir una experiencia así con una de las personas que más quieres en el mundo?He de reconocer, que cuando me confirmaron que Carlota podía venir me entró la risa nerviosa por si pasaba algo pero al ver su entusiasmo me relajé. Han sido unos días que no olvidaremos mientras vivamos, no todo ha sido triste por supuesto,  ha habido grandes momentos de risas, compañerismo, amistad y fe  y los que no lo han sido, nos han curtido. Mis hijas y yo estamos muy unidas y gracias a Dios disfrutamos con las mismas cosas, este viaje ha sido inolvidable en todos los aspectos.
  • Seguramente sabías bien cómo empezabas el viaje, qué sentimientos te acompañaron durante el proceso, pero sabrías decirnos, ¿Cómo has terminado esta aventura y qué es lo que ocupa ahora tu corazón?Ha sido una experiencia brutal, ahora creo que tengo que asimilar todo lo vivido porque estoy extremadamente sensible y agotada física y psicológicamente. Necesito unos días para recapacitar y asentar todo lo vivido y aprendido. Dentro de unos días llegara esa sensación tan buena cuando sabes que has ayudado a alguien que te necesitaba.
  • Ya solo me queda preguntarte una cosa, ¿Volverás? Por supuesto, no tengo la más mínima duda, en cuanto pueda.

    No puedo terminar, sin darles las gracias a mis compañeras (ahora amigas) de viaje, una mujeres extraordinarias, fuertes, trabajadoras y muy buenas. A nuestro policía y a nuestros conductores. ¡Equipazo!

    Le doy gracias a Dios sin parar por haber permitido que haya vivido esta experiencia y además, junto a todas ellas. Gracias

  • Lola, muchísimas gracias por tu testimonio y por acercarnos un poquito a la magnifica labor que se hace con los refugiados que escapan de la guerra.

    Desde el colegio y acogiéndonos a la virgen Reina de Montealto, le ponemos en sus brazos a todos los ucranianos, a todas las alumni que ayudáis a cambiar el mundo con un pequeño gran gesto de valentía, a Rusia para que le inspire compasión y a ti, para que este viaje no solo haya sido uno de ida, sino que sea una verdadera revolución en tu vuelta a la normalidad.

    Seguro que, de esos autobuses repletos de persona en busca de una nueva vida sin bombas, resuenan este tipo de palabras:

    ¡Gracias por todo! ¡Gracias por tanto!

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